Reencuadre en PNL

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MARCOS

En la imagen de arriba vemos tres secuencias que se interpretan de manera totalmente distinta. A medida que cambiamos el tamaño del marco, cada secuencia va tomando un significado diferente. Si vemos la primera cara sin ver el resto, nos formamos una idea, luego, cuando vemos que es una persona en la cárcel, cambian nuestras percepciones, y hasta incluso, nuestros sentimientos respecto a la imagen. Por último, notamos que se trata de la grabación de una película, y volvemos a cambiar las percepciones. Se trata de TRES MARCOS DIFERENTES , aunque la escena siempre fue la misma. Esto refleja que la forma en vemos las cosas, nos afecta. Vamos a ver de qué manera lo hace en la realidad de nuestro día a día.

 

Por «Marco» o encuadre psicológico se entiende el foco de atención general o la dirección que proporciona una línea maestra para los pensamientos y las acciones durante una interacción. En este sentido, los marcos se refieren al contexto cognitivo que envuelve determinado suceso o experiencia. Como el propio término indica, el «marco» establece el perímetro y los límites a los que se circunscribe determinada interacción. Los marcos suelen influir tanto sobre el modo en que percibimos experiencias y acontecimientos concretos, como sobre la forma en que respondemos a ellos, en la medida en que sirven para «puntuar» esas experiencias y dirigir nuestra atención. Un recuerdo doloroso, por ejemplo, puede aplastarnos y absorber toda nuestra atención en el marco temporal breve de los cinco minutos siguientes al acontecimiento. Sin embargo, esta misma experiencia dolorosa tal vez se nos antoje incluso trivial al contemplarla desde la perspectiva de toda una vida. Los marcos contribuyen asimismo a la eficacia de las interacciones, en la medida en que determinan qué información y cuáles cuestiones quedan dentro o fuera del propósito de la interacción.
El «marco temporal» constituye un ejemplo común de encuadre. Por ejemplo, predeterminar un marco temporal de diez minutos para una reunión o un ejercicio influirá en gran manera sobre lo que estos acontecimientos puedan dar de sí. Determinará dónde pondrán su atención las personas implicadas, qué temas y qué cuestiones considerarán apropiado incluir en la interacción y qué cantidad de esfuerzo aplicarán en ella. Un marco temporal de una o de tres horas para el mismo acontecimiento generará dinámicas completamente distintas. Los marcos temporales breves tienden a centrar la atención de los implicados en la tarea, mientras que otros más dilatados abren la posibilidad de prestar también atención a las relaciones interpersonales. Si se fija para una reunión un marco temporal de quince minutos, lo más probable es que las personas convocadas entiendan que se trata de un encuentro orientado a la tarea, más que de una sesión abierta y exploratoria dedicada a un «bombardeo» de ideas.
TIPOS DE MARCOS
Entre los «marcos» más habituales en PNL se cuentan el del «objetivo», el «como si» y el de «enseñanza frente a fracaso». El énfasis básico del marco-objetivo, por ejemplo, consiste en centrar y mantener la atención en el objetivo o en el estado deseado. Establecer esta clase de marco implica evaluar cualquier actividad o información con referencia a su importancia para el logro de determinado objetivo o estado.
CONCEPTO DE REENCUADRE
Cuando cambiamos el marco que encuadra una situación generamos un encuadre nuevo, por lo tanto, estamos re-encuadrando. Reencuadrar implica ayudar a las personas a reinterpretar problemas y a encontrar soluciones, por medio de la substitución del marco en el que esos problemas son percibidos. Reencuadrar significa literalmente poner un marco nuevo alrededor de una imagen o experiencia. Desde el punto de vista de la psicología, «reencuadrar» algo significa transformar su significado colocándolo dentro de un marco o contexto distinto de aquel en el que ha sido percibido inicialmente.
Robert Dilts, en “El Poder de la Palabra”, cita el siguiente ejemplo para comprender el concepto de reencuadre:
La primera imagen no tiene demasiado significado por sí misma. Se trata simplemente de algún pez. Sin embargo, al ampliar el marco y producir con ello la segunda imagen, nos percatamos de inmediato de que nos hallamos ante una situación distinta.
El primer pez no es ya simplemente «un pez», sino que se ha convertido en «un pez pequeño que va a ser comido por otro mayor». Parece que el pez pequeño no se da cuenta de la situación, de la que nosotros sí podemos percatarnos gracias a nuestra perspectiva de «marco más grande». Podemos sentirnos alarmados e inquietos por el pez pequeño, o aceptar en cambio que el pez grande se tiene que comer al pequeño para sobrevivir.
Observar ahora lo que sucede cuando «reencuadramos» de nuevo la situación ampliando aún más nuestra perspectiva.
He aquí que nos encontramos de nuevo ante otra perspectiva y otro significado completamente diferente. Al cambiar el tamaño del marco, nos damos cuenta de que el pez pequeño no es el único que corre peligro. El pez grande también va a ser comido por otro aún mayor. En su lucha por la supervivencia, el pez grande se ha concentrado tanto en comerse al pequeño que no se da cuenta de la amenaza del otro pez mucho mayor.
La situación aquí descrita, junto con los nuevos niveles de conciencia que derivan de reencuadrar nuestra perspectiva de la situación, constituyen una buena metáfora tanto para el proceso como el propósito del reencuadre psicológico. Con demasiada frecuencia, las personas acaban en la posición del pez pequeño, ignorantes de alguna amenaza inminente, o del mediano, tan concentradas en conseguir tal o cual objetivo que no se percatan de la crisis que se les viene encima. En el caso del pez mediano, la paradoja consiste en que está tan absorto en un comportamiento específico relacionado con su supervivencia que la pone en peligro de otro modo. Reencuadrar nos permite ver la «imagen mayor», de modo que podamos implementar opciones y acciones más apropiadas.
REENCUADRAR EL PROBLEMA – MARCO OBJETIVO
Un marco-objetivo puede ser provechosamente contrastado con un marco-problema. El segundo pone el énfasis sobre «lo que está mal» o «lo no deseado», en oposición a «lo deseado» o «lo que queremos». El marco-problema conduce a centrar la atención sobre los síntomas indeseables y la búsqueda de las causas que los provocan, mientras que el marco-objetivo nos invita a pensar en los objetivos y los efectos deseados, así como en los recursos necesarios para alcanzarlos. Por consiguiente, el marco-objetivo nos mueve a mantenernos con la atención puesta en las soluciones, orientados hacia las posibilidades positivas del futuro.
De aquí el énfasis en las Condiciones de la Buena Forma y el Cuestionario de la Buena Forma tan necesarios para que el cliente se centre en lo positivo para obtener mayores recursos al reencuadrar la situación problema en situación deseada.
La aplicación del marco-objetivo implica tácticas como transformar las afirmaciones de problemas en afirmaciones de objetivos, o reencuadrar descripciones formuladas negativamente en otras expresadas en términos positivos. Desde la perspectiva de la PNL, por ejemplo, todos los problemas pueden ser percibidos de nuevo como desafíos u «oportunidades» de cambio, crecimiento o aprendizaje. Visto de este modo, todo «problema» comporta objetivos apetecibles. Si alguien nos dice: «Mi problema es que me da miedo fracasar», podemos asumir que hay ahí un objetivo implícito que consiste en «tener la seguridad de que voy a triunfar». De forma parecida, si el problema es que «caen los beneficios», podemos deducir que el objetivo correspondiente es el de «aumentar los beneficios».
Es muy frecuente que las personas formulen sus objetivos de forma negativa: «Deseo evitar las situaciones embarazosas», «Quiero dejar de fumar», «A ver si me libro de esta interferencia », etc. Con ello, lo que se consigue es centrar la atención en el problema y, paradójicamente, generar sugerencias implícitas en relación con el estado-problema. Pensar «No quiero sentirme tan asustado» comporta realmente la sugestión de «estar asustado» como parte del propio pensamiento. Mantener un marco-objetivo implicaría formular preguntas como: «¿Qué es lo que quieres?» o «Si no estuvieras tan asustado, ¿qué es lo que sentirías entonces?»
Aunque sea importante examinar los síntomas y sus causas como parte de la resolución eficaz de problemas, asimismo es importante hacerlo dentro de un contexto orientado hacia la obtención del estado deseado, de lo contrario, el análisis de los síntomas y sus causas n o conducirá a ninguna solución. Cuando el objetivo o el estado deseado constituyen el foco de la recogida de información a menudo surgen las soluciones, incluso sin haber llegado a comprender plenamente el estado-problema.
Otros «marcos» de la PNL operan de forma parecida. El foco del marco «como si» consiste en actuar «como si» ya se hubiera alcanzado el objetivo o el estado deseado. El marco de «enseñanza frente a fracaso» centra la atención sobre el modo en que lo que aparece como problemas, síntomas o errores, sea interpretado como enseñanzas, como información acerca de las correcciones necesarias para alcanzar ese objetivo deseado, más que como u n fracaso.
Tal vez el objetivo más fundamental de la aplicación de los patrones verbales consista en ayudar a las personas a cambiar su perspectiva 1) de un marco-problema a un marco-objetivo; 2) de un marco-fracaso a un marco-realimentación, y 3) de un marco-imposibilidad a un marco «como si».
REENCUADRAR EL OBJETIVO – MARCO OTRO OBJETIVO
Un objetivo concreto crea un tipo de marco que, a su vez, determina lo que se percibe como relevante, exitoso y situado «dentro del marco», y lo que se considera irrelevante, inútil y «fuera del marco». En una sesión de bombardeo de ideas, un “brainstorming”, por ejemplo, el objetivo consiste en conseguir que afloren ideas «nuevas y singulares». Utilizar analogías poco habituales, contar chistes atrevidos, formular preguntas aparentemente tontas y comportarse de un modo un tanto «extraño» son actividades relevantes y positivas en ese contexto concreto. Señalar soluciones y políticas ya existentes como «la respuesta correcta», o evaluar si algo de lo que se dice es o no «realista» resultaría, en cambio, inadecuado y estéril en ese mismo contexto.
Por otro lado si, en lugar de un bombardeo de ideas se trata de la fase final de las negociaciones con un cliente clave, el objetivo consistirá probablemente en «establecer y alcanzar un consenso sobre las prioridades para la culminación y entrega de determinado producto o servicio». Con respecto a ese objetivo, parece menos probable que utilizar analogías poco habituales, contar chistes atrevidos, formular preguntas aparentemente tontas y comportarse de un modo un tanto «extraño», sea percibido como relevante y útil.
De forma parecida, comportamientos diferentes serán percibidos como más relevantes y útiles para «conocernos mejor» que para «cumplir con un plazo inminente». De este modo, cambiar el objetivo que constituye el foco de la atención con relación a determinada situación o interacción alterará nuestros juicios y nuestras percepciones acerca de lo que resulta o no relevante para ese contexto concreto.
El patrón denominado “Otro objetivo” implica formular una afirmación que traslade la atención de los actores a un objetivo distinto del propuesto en principio o implícitamente asumido por determinado juicio o generalización. El propósito de este patrón consiste en cuestionar (o reforzar) la relevancia de ese juicio o generalización.
Supongamos, por ejemplo, que un participante de este curso ha realizado un ejercicio y se siente frustrado porque «no ha obtenido los resultados esperados». Suele suceder que las personas se sienten asi por haberse fijado con anterioridad el objetivo de «hacerlo todo perfecto». En este caso, resulta adecuada una generalización del tipo «no lograr los resultados apetecidos significa que has hecho algo mal o que aún no eres lo suficientemente competente». Sin embargo, si cambiamos el objetivo de ese ejercicio de «hacerlo todo bien» a «explorar», «aprender» o «descubrir algo nuevo», conseguiremos alterar en lo fundamental el modo de plantearse e interpretar las experiencias que vayan surgiendo a lo largo de la realización del ejercicio. Lo que sería un fracaso en relación con «hacerlo todo perfecto», se convierte en un éxito cuando de lo que se trata es de «descubrir algo nuevo».
Aplicar en este caso el patrón “Otro objetivo” implicaría decirle al participante: «El resultado del ejercicio no consiste en demostrar que ya sabes hacerlo a la perfección, sino en aprender algo nuevo. Al reflexionar sobre la experiencia, ¿qué nuevas enseñanzas has descubierto?»
Un principio parecido opera con relación a todas nuestras experiencias vitales. Si evaluamos nuestra respuesta ante una situación complicada con relación al objetivo de «sentirnos cómodos y seguros», es muy probable que nos parezca que hemos fracasado estrepitosamente; sin embargo, si percibimos esa misma situación bajo el prisma del objetivo de «hacernos más fuertes», tal vez descubramos que hemos tenido un éxito sorprendente.
REENCUADRE TEMPORAL – CAMBIAR EL TAMAÑO DEL MARCO
El cambio de tamaño del marco aplica directamente a nuestras percepciones de alguna situación o experiencia. Este patrón supone reevaluar (o reforzar) la implicación de determinada acción, generalización o juicio en el contexto de un marco temporal más largo (o más corto), de un número de participantes mayor (o desde el punto de vista individual) o de una perspectiva mayor o menor.
Por ejemplo, un acontecimiento que nos parezca insoportablemente doloroso considerado a la luz de nuestros propios deseos y expectativas, puede de repente parecemos trivial si lo comparamos con los sufrimientos de otras personas. Los espectadores de un acontecimiento deportivo pueden volverse locos si su equipo gana o pierde determinado partido, o si tal jugador lo hace excepcionalmente bien o muy mal. Sin embargo, al considerar años más tarde el acontecimiento con respecto al contexto mayor de sus vidas personales, aquel mismo suceso les parecerá del todo insignificante. Dar a luz suele ser una experiencia intensa y sobrecogedora para quien la vive por primera vez. Sin embargo, si se le recuerda a esa persona que se trata de un proceso que lleva evolucionando millones de años a través de millones de mujeres, tal vez la ayude a sentir más confianza y menos miedo por lo que está ocurriendo dentro de su cuerpo.
Observar que el proceso de cambio del tamaño del marco es distinto del de cambio de objetivo. Una persona puede mantener el mismo objetivo («sanación», «seguridad», etc.) y cambiar al mismo tiempo el tamaño del marco dentro del que evalúa su progreso hacia ese objetivo. Los síntomas específicos de una enfermedad, por ejemplo, pueden ser considerados como «no saludables» en el marco de sus consecuencias inmediatas, pero también como un proceso de «limpieza» o de inmunización en relación con sus consecuencias a largo plazo. El campo de la homeopatía, por ejemplo, se basa en la premisa de que pequeñas cantidades de una substancia tóxica producen inmunidad ante la misma a largo plazo. De forma parecida, lo que podría parecer algo «seguro» a corto plazo, puede situar a quien lo hace en grave peligro en un plazo más amplio.
El cambio del tamaño del marco está relacionado con la amplitud o la extensión de la perspectiva que tomamos, en relación con el objetivo concreto que estamos considerando dentro de ese marco.
Expresiones tales como «viendo el asunto desde una perspectiva mayor», «considerando las implicaciones a largo plazo» o «por muchas generaciones», pueden influir directamente sobre el tamaño del marco que aplicamos para percibir la situación, el acontecimiento o el objetivo. El tamaño del marco puede también ser modificado mediante la inclusión de palabras que presupongan un marco mayor. Decir algo así como «hace unos diez años» o «en los próximos siglos» invita, de modo natural, a pensar en términos de determinado marco temporal.
Fuente: El poder de la Palabra – Robert Dilts, Ediciones Urano
Autor: Axel Persello
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