Ayudar

IAFI - Blog - Coaching - Ayudar

AYUDAR A LOS DEMÁS EN EXCESO

Cómo ayudar a los demás es una búsqueda muy común en Google, pero este artículo trata sobre el Síndrome del Salvador y la Víctima, que son las personas que prácticamente viven para ayudar a los demás, incluso sin que se lo pidan.

Cuando una persona ayuda en exceso y sin que se lo pidan, el resultado es que la primera se frustra y la que recibe la ayuda no pedida o no deseada se ofende o se enoja.

También hay personas que abusan de recibir ayuda, y mientras que el ayudador piensa que le está haciendo un favor, en realidad solo está impidiendo que esa persona (normalmente niños y adolescentes) desarrolle recursos para salir solo adelante. Por ejemplo, los padres sobre protectores.

ayudar a los demás madre e hija
Ayudador y ayudado – Este vínculo a veces puede ser funcional, otras veces no

AYUDADO Y AYUDADOR – VÍCTIMA Y SALVADOR

Primero necesitamos establecer que en el proceso de ayudar a los demás, aparecen dos figuras claras: EL AYUDADO y EL AYUDADOR. Este artículo está dedicado a EL AYUDADO, y el próximo será dedicado a EL AYUDADOR. Me base en el libro «El Arte de Ayudar» cuyos autores cito al final de la nota.

AYUDAR A LOS DEMÁS: EL AYUDADO

Ayudar a los demás tiene muchas facetas discutibles. Lo primero que deberíamos debatir es ¿Qué pasa cuando la persona que necesita ayuda no la pide? Podríamos caer en la tentación de decir que para ayudar a los demás no se requiere que te lo pidan. Es una posición muy altruista y saludable a primera vista.

Ayudar a los demás sin que lo pidan está bien visto. Pero al mismo tiempo, estamos generando un patrón donde el ayudado ya no pide ayuda, total se la van a dar a cambio de otras cosas que veremos más adelante. Podríamos generar un debate solo en este punto.

Pero además hay otro punto más a tener en cuenta a loa hora de ayudar a los demás. Por más que nos pidan ayuda, ¿Cómo decidimos si ayudamos o no? ¿Cuándo? ¿Con quién?

Tenemos que partir de la base de que para aceptar ayuda se requiere humildad, apertura y reconocimiento del poder del otro que dará la ayuda. Dejarse ayudar no es una actitud pasiva como muchos creen porque implica responder con creatividad propia y de forma activa y responsable. Creo que ser ayudado es realmente un arte. ¿Cuáles son entonces las INTERFERENCIAS para pedir ayuda?

INTERFERENCIAS AL AYUDAR A LOS DEMÁS

1)Ubicarse como un niño pequeño

El ayudado busca protección y consuelo y no se hace responsable de su vida. Nos dormimos creyendo que estamos protegidos por otros, que el otro se interesará por nuestro bien mejor que nosotros mismos. Ser guiados por el otro es lo mejor que nos puede pasar. Y lo que en verdad ocurre es que perdemos nuestro poder y nuestra dignidad a cambio de un beneficio ilusorio que al final nos deja frustrados.

cómo ayudar a los demás IAFI
Nos dormimos creyendo que estamos protegidos por otros. Como cuando éramos niños. No necesitábamos pedir ayuda

2) Intentar Complacer

El ayudado trata de seducir y agradar a toda costa, por vanidad o por miedo al rechazo del ayudador, por comodidad o deseo de evitar el conflicto. Da la razón al ayudador aunque no le crea. Trata de apaciguar a la autoridad, de comprarla con halagos, sumisión y obediencia. Así se hace evidente de que no puede tomar lo que necesita, pues en primer lugar está su necesidad de ser aprobado y todas sus otras necesidades pasan a segundo plano.

3) Traer todo cocinado

El ayudado necesita demostrar su inteligencia o su autonomía. Necesita cerrarse a potenciales ideas, como si su equilibrio fuera tan frágil que cualquier cosas pudiera alterarlo. Así el alumno se presenta con todo aprendido o el paciente conoce e interpreta su enfermedad mejor que el médico. Es una contra dependencia con la cual se trata de ocultar la gran dependencia que se vive por dentro. Hay miedo a ser herido o mal guiado, y tal vez una obsesión por controlarlo todo.

4) Mentir y enmascararse

El ayudado no logra sincerarse porque necesita representar una y otra vez el mismo papel de empresario exitoso o de madre sacrificada o de mujer libre de prejuicios. Al ocultarse tras un rol, el ayudado pierde tiempo y o recibe la ayuda que necesita. Nunca es la máscara la que necesita ayuda, en tal caso, se necesita ayudarle a quitársela. Hablo de mentir cuando damos opiniones sin saber o cuando pretendemos tener la verdad. Cuando exageramos haciendo que nuestra vida parezca más dramática e importante o cuando negamos lo que hay o lo que no hay.

5) Ubicarse como víctima

El ayudado se coloca en el lugar de «pobre de mí» o «yo hago todo bien y mira lo que me pasa». Hay una ganancia secundaria de ponerse en víctima, cuando el otro, el ayudador, se lo cree. Esto conduce a imaginar que no somos responsables y que la culpa es de los otros o del destino.

EL ayudado puede tomar el rol de víctima

6) No escuchar

Pedimos o buscamos ayuda y cuando llega no la queremos aceptar. No nos dejamos acompañar, queremos otra mirada pero cuando aparece, la rechazamos y volvemos a confirmar nuestra versión. Es el temor a abrirse al otro.

Abrimos la mano para pedir pero la cerramos cuando algo está llegando a ella.

7) Menospreciar a la persona que ayuda a los demás

Aquel que va eliminando a los ayudadores uno tras otro, como si lo que necesitara fuera probar que el ayudador no es el apropiado, no puede, no sabe o se equivoca. Invierte su energía en demostrar lo pobre e inadecuada ayuda recibida. Es una forma de decir: «A mí nadie me puede ayudar» y de instalarse en ello como si fuera una fortaleza

REFLEXION FINAL SOBRE CÓMO AYUDAR A LOS DEMÁS

Todas estas actitudes son variantes de esquivar la ayuda que se pide, cuando la recibe no la ve, no la toma, la rechaza, se cierra a nuevas comprensiones, evita hacerse cargo de sí mismo, delega en otro la responsabilidad sobre su propia vida.

Cuando el ayudado cae en estas trampas, se paraliza en lugar de avanzar o persiste en un vínculo tóxico. Estar en una relación de ayuda sin abrirse a ella es causa y consecuencia de una visión distorsionada de los vínculos.

Es más natural que el ayudador aprenda a ayudar (próxima entrega) porque el ayudado nace sabiendo pedir lo que necesitamos: lloramos, gritamos, pataleamos hasta conseguir lo que necesitamos. Luego perdemos esa capacidad de satisfacernos con lo que se nos da

EL ARTE DE PEDIR AYUDA

Por último, el pedido de ayuda adulto requiere la capacidad de DISCRIMINACION: No le pidas manzanas al naranjo, porque pedirás toda tu vida sin obtenerlo. Aunque el naranjo se esfuerce, nunca podrá darme manzanas.

Mi pareja puede intentar responder a mi deseo porque teme que le deje y que me vaya a buscar manzanas a otro lado, o como consecuencia de su sentimiento de culpa o deseo de cambiar. O tal vez quiera hacerme creer que son manzanas lo que me está dando, o yo trate de engañare creyendo que las naranjas se parecen a las manzanas.

Puedo quedarme años enojándome, frustrándome cada vez más, prefiriendo creer que el otro no quiere cuando en realidad no puede, o que no puede cuando en realidad no quiere, ¿Tengo entonces derecho a reclamar manzanas al naranjo?

El coraje de soltar lo conocido y abrirse a lo nuevo, lo incierto, forma parte del arte de ser ayudado. Y también lo forma el arte de pedir ayuda allí donde la ayuda pueda estar, y aceptarla tal cual viene. Tomar lo que sirve y descartar lo que no.

En nuestro Curso de Coaching de Vida este tema se aborda cuando hablamos del Rol del Coach

Autor: Axel Persello – Máster Trainer en PNL, Gestaltista, Coach PCC de ICF

Bibliografía: El arte de Ayudar, de Claudia Casanovas y Felisa Chalcoff

2 comentarios en «Ayudar»

Los comentarios están cerrados.